martes, 30 de agosto de 2011

Y con el verano llegó la "Operación Reforma"

Lo que antes era imposible, ahora es necesario. Si hace unos meses se te ocurría especular con cambiar la Constitución, te tomaban por loco. De la noche a la mañana no sólo no están locos aquellos que quieren imponer una reforma constitucional, sino que son nuestros salvadores. ¿Por qué este cambio? Pues porque antes lo pedía el pueblo, pero ahora lo pide la Comisión Europea

El Gobierno, que no puede aguantarse hasta septiembre y quiere darle una "sorpresa" a los veraneantes, ha decidido continuar con su programa de reformas y recortes establecido en el Pacto del Euro: primero fue el aumento de la edad de jubilación y el recorte de las pensiones, luego llegaron las reformas laborales dirigidas a la reducción del salario...y ahora esto. Esta claro, desde Europa se ha dado la consigna de recortar gastos sociales y los dos Partidos mayoritarios, a pesar de que presuntamente tienen ideologías contrarias, han preferido obedecer, haciendo oídos sordos a sus votantes. 

Es curioso como la misma élite política y económica, que ha sumido a Europa en esta crisis financiera, viene ahora imponiendo recortes; recortes que encima vienen en forma de mandato constitucional para que gocen del máximo rango jurídico. Fundamentalmente estas limitaciones van destinadas a que las administraciones locales y autonómicas no puedan sobrepasar cierto nivel a la hora de tener un endeudamiento público y un déficit presupuestario. Dicho así suena bien, sin embargo es una medida que tiende irremediablemente al deterioro de los servicios públicos e, incluso, a la privatización de los mismos. Si la administración no recibe ingresos y no se puede endeudar, tendrá que reducir gastos. Teniendo en cuenta que la mayoría de los servicios públicos esenciales corren a cargo de las administraciones locales y autonómicas parece claro cuáles son los gastos que se van a reducir: gastos sanitarios, ayudas a la dependencia, gastos en materia de transportes públicos, basuras, limpieza, vivienda, etc. 

En conclusión, podemos estar más o menos de acuerdo con esta medida, totalmente en contra o radicalmente a favor, pero al fin y al cabo da igual. Habrá gente que se movilice, otra que les critique, las noticias continuarán hablando sobre el Real Madrid y el Barça y, entre bastidores, los políticos decidirán lo que les venga en gana. No me parece una locura pedir que nuestra opinión sea escuchada cuando quieren modificar la Constitución de este Estado, teóricamente democrático. Y ya que parece ser tan fácil reformar la Constitución para hacer recortes presupuestarios, ¿Por qué no reabrimos seriamente el debate sobre la Corona? En todo caso, para materializar nuestra voluntad en todos estos temas sólo se me ocurre un camino: Referéndum popular y vinculante.



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